Cuando me encuentro con personas que no trabajan en traducción e interpretación y les digo que soy traductor, tienden a hacer una de dos suposiciones. A: piensan que soy intérprete o B: suponen que hablo varios idiomas. En cuanto a esto último, cuando les digo: "En realidad, no. Sólo inglés y español", suelen mostrarse decepcionados.
¿Qué puedo decirl? El inglés y el español me han mantenido ocupado. Claro que me encantaría hablar más de dos idiomas. Estudié francés brevemente en la secondaria y en la universidad y me considero de nivel "intermedio". Aun así, no me siento tan cómodo ni confiado en mis conocimientos de francés como en los de inglés y español. Me gustaría tal vez algún día mejorar mi francés para llegar a un punto en el que pudiera ser uno de mis idiomas de ejercicio junto con el español y el inglés. Pero eso no ocurrirá hasta dentro de mucho tiempo, si es que ocurre.
Aunque a estas alturas toda esta moda de los "políglotas" parece haber terminado, creo que hay algo a favor de seguir aprendiendo una sola lengua extranjera a la vez. Yo, un hombre de treinta años que trabaja como traductor y ha estudiado español (formalmente e informalmente) durante los últimos veinte años, sigo aprendiendo palabras nuevas cada día.
Desde mi propia experiencia personal, simplemente no hay suficientes horas al día para dedicarse a dominar una tercera lengua. Claro que me apasionan los idiomas en general y aprender sobre culturas diferentes. Pero también tengo otros intereses aparte de los idiomas. Y aunque pueda ser una opinión impopular (sobre todo en Internet), me considero un detractor de Duolingo. Hay formas mucho más efectivas de aprender un idioma extranjero que mirar a un búho verde de dibujos animados en el móvil, la mayoría de las cuales implican un importante compromiso económico. Por ejemplo, seguir una educación más formal o embarcarse en un viaje internacional.
No es por buscar polémica, pero, desde mi punto de vista, prefiero ser excelente en dos idiomas que "suficientemente bueno" en tres o más. Que es lo que probablemente ocurriría si empezara a estudiar francés en serio. Estoy seguro de que, en este momento de mi vida y de mi carrera, si lo hiciera, le restaría puntos a mis conocimientos de español, en los que ya he trabajado muy duro y que sigo desarrollando hasta el día de hoy.
Sin embargo, como descargo de responsabilidad, esta entrada de blog no pretende socavar el mérito o las habilidades de aquellos profesionales que trabajan en más de dos idiomas. De hecho, para ser intérprete de la ONU, un lingüista debe poseer un dominio extremadamente alto de al menos tres de las seis lenguas oficiales de la ONU. Tengo la sensación (aunque no tengo pruebas) de que muchos de estos lingüistas tuvieron la ventaja de haber crecido en una casa multilingüe, lo que no fue mi caso. Pero fuera de este entorno, no hay muchas situaciones en las que se necesite a alguien que hable con fluidez más de dos idiomas que no puedan resolverse mejor contratando a un lingüista adicional para cada idioma. Sobre todo porque hablamos de traducción, no de interpretación.
Así que no. Un traductor no necesita hablar más de dos idiomas. De hecho, y de nuevo, sin ánimo de crear polémica ni dramatismo, yo desconfiaría de trabajar con un traductor que afirme trabajar en una cantidad absurda de lenguas, sobre todo si son lenguas de familias de lenguas distantes y/o no relacionadas. Las lenguas, en general, son increíblemente complejas y uno se tarda años y años en dominarlas mínimamente, sobre todo si tenemos en cuenta la cultura. Aunque hay una película de James Bond titulada El mundo no basta, yo diría que es justo lo contrario. Yo diría que cada lengua ocupa su propio mundo (con solapamientos, por supuesto, que es donde entramos en escena los traductores), y que intentar explorar varios mundos a la vez es desaconsejable.